Va dejando un corazón
sus latidos entre el frío
húmedo, cruel y umbrío
de la gélida razón.
Va surcando un mar de miedos,
luchando contra el presagio
que vaticina el naufragio
y se escapa entre sus dedos
una vida con amor,
el roce de alguna piel
que en noches de vino y miel
le queme con su calor.
Va dejando un corazón
morir anhelos dormidos
y hacia el mar de los olvidos
con un golpe de timón,
casi sin aire en la vela,
fija el rumbo a su pesar,
condenado a naufragar
donde su alma riela.
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