Eres mi musa alfarera
y yo el Neruda
que siembra en tu primavera
su eterna duda.
Si algo le pidiera a diós
sería un verano
que no me acerque tu adiós
si no tu mano.
Tu noche fría y distante
recuerda a invierno,
tu día de sol radiante
huele a pan tierno.
Tus miradas con encanto
vencen mi prisa
y es ungüento a mi quebranto
tu ácrata risa.
Tus caricias van rimando
ya con las mías,
es hora de ir despertando,
muy buenos días.
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