¡Ay! esa luna lunera,
que anda solita en el cielo
las noches de primavera
que yo ando solo en el suelo.
¡Ay! la luna confidente,
me escondo en tu cara oculta
y busca mi abrazo silente
el olvido que me indulta
del crimen de haberte amado
sin poderte regalar
ni un mal día soleado,
porque no supe mezclar
tu aceite con mi agua fría
y así en mis noches te beso,
pero jamas en mis días,
en los que me duele el peso
de saber que ya he perdido
el mirar de tu mirada,
que vuelvo a ser el vencido
y que no nos queda... nada.
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