Noche de un sábado eterno
que tuerces mi voluntad.
No hay más ley que tu verdad,
ni más cielo que tu infierno.
Noche de jolgorio y risa,
de una música enlatada
que suena a todo y a nada
e invita a beber deprisa.
Noche de ojitos que brillan
y retan a esas estrellas
que se creen las mas bellas,
cuando los hombres las miran.
Noche, en fin, de almas al vuelo,
donde las distancias son
latidos de un corazón
y perfume en un pañuelo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario