la noche fresca y mimosa,
olvidamos nuestros duelos
y un verso vence a la prosa.
Pero al fin llega el final,
cada mochuelo a su olivo
y un frío viento invernal,
se cuela entre lo que escribo.
En ese maldito instante
me abruma la soledad,
te imagino aquí delante,
pero no eres de verdad.
me abruma la soledad,
te imagino aquí delante,
pero no eres de verdad.
Hoy te quiero por no odiarme,
y me odio a mi por quererte,
por no obligarte a abrazarme,
las noches que voy a verte.
¡Vacías quedan las vidas
si no se llenan de besos,
si el miedo a nuevas heridas
nos tiene en su cárcel presos!.
y me odio a mi por quererte,
por no obligarte a abrazarme,
las noches que voy a verte.
¡Vacías quedan las vidas
si no se llenan de besos,
si el miedo a nuevas heridas
nos tiene en su cárcel presos!.
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